miércoles, 21 de julio de 2010

El Misterioso Monstruo Acuático





El ajolote (ambystoma mexicanum) o axólotl (náhuatl atl,
“agua” y xólotl, “animal” o “monstruo”) anfibio endémico de
los lagos Xochimilco y Chalco. Su desarrollo fisiológico se
detiene, permanece larva hasta la adultez, ha desarrollado la
capacidad de reproducirse. Su metamorfosis es perenne.
Simbólicamente: “permanece en el cambio”.

Según antigua leyenda, el axólotl (es una advocación del dios
Xólotl, manifestación gemelar monstruosa de Quetzalcóatl.
Cuando se creó el quinto sol y comenzaba una nueva era;
para que el sol se moviera, los dioses tenían que sacrificarse.
Ehécatl, dios del viento, soplando los mató y comenzó el
movimiento del sol y de la luna. Fray Bernardino de Sahagún
cuenta lo que sucedió a Xólotl:
“Y dízese que uno, llamado Xólotl, rehusava la muerte, y
dijo a los dioses: “¡Oh, dioses, no muera yo!” Y llorava en
gran manera, de manera que se le hincharon los ojos de
llorar; y cuando llegó a él, el que matava, echó a huir,
ascondióse entre los maizales y bolvióse y convirtióse en pie
de maíz que tiene dos cañas, y los labradores le llaman
xólotl. Y fue visto y hallado entre los pies del maíz. Otra vez
echó a huir, y se escondió entre los magueyes, y convirtióse
en maguey que tiene dos cuerpos, que se llama mexólotl.

Otra vez fue visto, y echó a huir, y metióse en el agua, y
hízose pez, que se llama axólotl; de allá le tomaron y le
mataron.”
Octavio Paz en “Salamandra” plasma esa leyenda:
“No late el sol clavado en la mitad del cielo/ no respira/ no
comienza la vida sin la sangre/ sin la brasa del sacrificio/ no
se mueve la rueda de los días/ Xólotl se niega a consumirse/
se escondió en el maíz pero lo hallaron/ se escondió en el
maguey pero lo hallaron/ cayó en el agua y fue el pez axólotl/
el dos-seres/ y ”.

Nuestro emblema oficial es un águila sobre el nopal
devorando la serpiente, que indicaría a los antiguos mexicas
donde fundar México-Tenochtitlán.
Escribe José Emilio Pacheco en “El reposo del fuego”:
“El ajolote es nuestro emblema. Encarna el temor de ser
nadie y replegarse a la noche perpetua en que los dioses se
pudren bajo el lodo y su silencio es oro —como el oro de
Cuauhtémoc que Cortés inventó.”
Dice Julio Cortázar en “Axolotl”:
“Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl.
Iba al acuario del Jardín des Plantes (París) y me quedaba
horas mirando su inmovilidad, sus oscuros movimientos.
Ahora soy un axolotl.

“Que eran mexicanos lo sabía por ellos mismos, por sus
pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en el acuario.
“Su quietud me hizo inclinarme fascinado la primera vez que
vi a los axolotl. Me pareció comprender su voluntad secreta,
abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente.
“Lo supe antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me
acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos
de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la
distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de
semejanza del axolotl con el ser humano me probó que mi
reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías
fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también
manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la
cabeza del axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos
de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran
animales.”

El ajolote quizás es una representación de la idiosincrasia del
mexicano, Roger Bartra lo adopta como símbolo de la
identidad mexicana en “La jaula de la melancolía”.
Anfibio que no es terrestre ni totalmente acuático, del mismo
modo que el mexicano tampoco es actual ni primitivo.
Los mexicanos somos un enigma. Desde la antigua mitología
mexica.

¿Todos somos Axolotl? ¿Cuál debería de ser nuestro
emblema?
Tenemos dos alternativas: permanecer, igual que el ajolote,
paralizados en una ficticia mutación —o incorporarnos a la
modernidad, buscar el verdadero cambio y superar, de una
vez por todas, melancolías, miedos, atavismos, usos y
costumbres perniciosos que confunden a la sociedad de su
identidad racial y cultural, y la tornan desconfiada de
alcanzar fines nobles y elevados.

Humberto Trejo Veytia
El Incansable
Corriendo en Cuemanco último refugio del Monstruo
Acuático



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